No solo fundó una escuela de danza; creó un bastión cultural en La Araucanía. Su formación desde los 10 años, con maestros como Alfonso Muñoz y su paso por el ballet de la Universidad Austral fueron el preludio de su proyecto iniciado en 1958, que prontamente se convirtió en un semillero artístico. Impulsó agrupaciones como Danza Araucanía y Danzas Clásicas del Sur, creadas para promover no solo el ballet clásico, sino la danza en todas sus formas en la región. Ha recibido diversas distinciones, entre ellas “Mujer del Año”, por una trayectoria que se erige como pilar del desarrollo cultural regional durante más de seis décadas.